Montse Estruga

Nosotras sabíamos que nos ibamos a contagiar

Montse Estruga es enfermera del Hospital de Sant Celoni. Es una satisfacción poder estrenar esta sección con ella, es clienta de Cristina Pardo Perruquers desde su inicio y esta relación evolucionó en amistad. Aún así hemos querido saber más de ella y este es el resultado.

 

¿De dónde viene tu vocación de enfermera?

Me viene de familia, mi tía, que vivía en el piso de arriba, explicaba sus pesquisas estudiando enfermería, yo era pequeña y me parecía muy interesante. Además a mí siempre me ha gustado echar un cable y es una profesión que puedes estar por los demás.

¿En casa les gustó tu elección?

Sí, mucho, siempre han respetado nuestras decisiones. Mi tía estudió enfermería de mayor porque mi abuelo no la dejó antes, él creía que no estaba bien…

¡¿No estaba bien?!

Decía que las enfermeras se entendían con los médicos y por eso no la dejó. Hizo peritaje químico. Más tarde sí estudió enfermería, estando embarazada de su tercera hija hizo las prácticas y trabajó toda su vida de enfermera hasta que se jubiló.

Y acabaste en el quirófano…

Me tocaron prácticas en quirófano y me encantó. La gente piensa que en el quirófano somos máquinas de dar instrumentos, pero hay un momento que es nuestro, de la enfermera de quirófano, solo que a una persona logres quitarle un poquito de la tensión con la que entra, con una cara amable, poder darle la mano, esa proximidad es buenísima.

¿Hablas del trato con el paciente?

Claro, en enfermería general tienes mucho trato con el paciente pero en el quirófano tienes poco y nulo trato con la familia. A mí me ha gustado siempre estar al cuidado de ellos y que su estancia sea lo mejor posible. Lo que pasa que hoy día la sanidad es como una empresa y nos hacen ir a destajo.

Así, ¿hubo un día que la sanidad era mejor?

Yo creo que sí.

¿Y qué ha cambiado?

Cuando empezaron a hacer recortes, menos días de fiesta, horarios más largos en el cómputo anual… Mucho cansancio. Se retrocedió parecido a cuando yo empecé enfermería en 1985. Todo y con eso allá estamos dándolo todo.

¿Qué tal las nuevas generaciones de enfermería?

Son muy técnicas, salen muy preparadas comparado con cuando yo estudié. Estudian un año más y hay más especialidades. Creo que en algo son diferentes, por ejemplo en sentir el hospital como tuyo. Puede que sea generacional, ahora se ven muchos móviles y redes sociales, yo siempre he dejado el móvil en la taquilla.

Montse Estruga y Cristina Pardo en la peluquería

¿Cuánto llevas en Sant Celoni?

30 años. También estuve 6 años en quirófano del Hospital de Mollet y 2 años en el Clínic.

Háblanos del Covid.

Es lo peor que nos puede haber pasado, nunca me imaginé lo que vivimos en la primera ola.

¿Notasteis mucho la falta de recursos?

Sí, al principio mucho. Íbamos con bolsas de plástico… Nosotras sabíamos que nos íbamos a contagiar. En Sant Celoni la gente del pueblo se volcó a ayudar, en Granollers también. Gente de la comarca cosían batas, delantales. No había protecciones y entraban muchísimos enfermos. Si entraban equipos de EPI se guardaban para cuando se tenía que intubar. Las mascarillas FFP2 las usábamos 7 días, ahora solo 1 día.

¿Había miedo entre el personal?

Muchísimo. De contagiarte tú, de contagiar a tu familia.

¿Tú te contagiaste en el hospital?

Sí. Yo temía que se contagiara mi hija. Pero pudimos tener una vida muy estricta por separado. Muchos sanitarios nos contagiamos en la primera ola.

¿Fue dura la primera ola?

Recuerdo pacientes que se estaban muriendo y yo pensaba que no me tocaba estar allí con ellos, tendría una pareja, unos hijos y era yo quién le daba la mano para hacerles compañía. A mí eso me dolió mucho, pacientes que no conoces de nada pero te quedas con ellos. Las enfermeras de quirófano estamos menos acostumbradas al trato con la muerte, tuvimos que hacer trabajos que no habíamos hecho nunca y en todo tipo de horarios.

¿Las vacunas son la solución?

Funcionan. En Catalunya estamos con 500 pacientes en UCI, en la primera eran 2000. Yo confío plenamente en las vacunas. Hoy han muerto 20 personas en Catalunya, eso es mucha gente y ya no sale en las noticias.

Quizás no lo dicen por no afectar al turismo o a los ánimos colectivos…

Tengo que reconocer que hubo un momento que me enfadé por la irresponsabilidad de la sociedad, cuando hubo la segunda ola lo pasé mal. Mi hija me decía que estaba obsesionada. Era incapaz de pensar en volver a vivir lo que habíamos vivido, como yo mis compañeras. Cuando iba por la calle me preguntaba por qué la gente no llevaba mascarilla. Yo los pasearía por un hospital para ver como estaba, parecía que estábamos en guerra, plásticos por todas partes, en cualquier rincón camas, largos tubos de oxigeno…

Dejando el Covid, cuéntanos alguna anécdota en tu experiencia de quirófano.

Un paciente para operar de una mano, de un canal carpiano, la enfermera le dio un jabón yodado para lavarse, cuando entró a quirófano mi compañera Teresa me dice “hay un paciente que tiene un cólico hepático” por su aspecto. Estaba todo negro. El paciente se había duchado con todo el bote de litro, de yodo. Podría haber cogido una intoxicación de yodo pero solo fue un susto…

Y para finalizar, ¿tu experiencia el Cristina Pardo Perruquers?

¡Es mi segunda casa! Yo solo tengo palabras buenas, vine a vivir a Granollers en 1989 y a la peluquería vengo desde que abrió en 1992. Además la nueva peluquería me encanta, es amplia. Me gusta la tele, a veces con imágenes de la fiesta mayor o cosas divertidas. Echo de menos el café, siempre me tomo uno pero comprendo que en este período con restricciones temporalmente se ha acabado.

 

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